lunes, 22 de noviembre de 2010

La rebelión de las clases medias. Por Lluís Bassets

Hay una rebelión en marcha. De las clases medias contra los poderes establecidos. Su enemigo es el nuevo mundo incubado por la globalización, que acaba de romper la cáscara con la crisis económica. La caída de rentas, el desempleo, la pérdida de ventajas sociales y el horizonte de un bienestar decreciente que sufren europeos y norteamericanos se corresponde con la aparición de unas nuevas clases medias globales en los países emergentes, con una voracidad consumidora y una actitud ante el futuro tan ambiciosa como sus homólogas occidentales en el momento de su ascensión.

El desplazamiento del centro de gravedad del planeta transfiere poder económico y político, pero también capacidad para imponer pautas y valores. Las clases medias chinas están más ocupadas en el glorioso enriquecimiento que les prometió Deng Xiaoping que en la defensa de los derechos humanos y las libertades públicas. Las de los países islámicos, incluidas democracias como Indonesia y Turquía, sienten más preocupación por la llamada difamación de la religión, que identifican con la libertad de expresión occidental, que con la discriminación, e incluso, el maltrato de la mujer que todavía practican en sus familias patriarcales, apoyándose en muchas ocasiones en textos religiosos.

Ya no cuenta aquella clase obrera que inspiró a Marx. Las clases medias urbanas son ahora los sujetos de la historia. Los regímenes que quieren asegurar su estabilidad se basan en un pacto que garantiza la prosperidad de estas clases que ahora marcan el paso del mundo. Este pacto se está agrietando en las sociedades europeas y norteamericana, donde los partidos e ideologías que lo han cementado durante los últimos 60 años no consiguen hacer pasar sus mensajes y encuadrar a sus antiguas clientelas. Lo expresa el populismo rampante, que se moviliza en la contención de la inmigración, la lucha ideológica contra el islam y la protesta contra los partidos e instituciones que hasta hace bien poco habían asegurado la prosperidad y el futuro.

Las clases medias occidentales se rebelan contra una pérdida de poder que sufren directamente. Pero su actitud tiene algo de suicida. No quieren inmigrantes, cuando necesitan mano de obra cualificada y abundante para asegurar el futuro de sus economías y sistemas sociales. No quieren musulmanes, cuando la única posibilidad de organizar sociedades plurales en paz y democracia es aislar a los violentos y a los ultras de la gran masa de creyentes. No tienen apego a lo público, cuando han sido el mercado y la desregulación los que las han dejado a la intemperie. En Europa reniegan de la unidad europea y en Estados Unidos coquetean con el aislacionismo o el belicismo, pero su única salida es una fuerte alianza transatlántica que compense el naciente desequilibrio del mundo sin caer en una nueva guerra fría.




Fuente: "Del alfiler al elefante" / El País.com
Autor: Lluís Bassets es periodista. Director adjunto de EL PAÍS / España. Se ocupa de las páginas, artículos de Opinión y también publica el blog "Del alfiler al elefante".






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lunes, 8 de noviembre de 2010

La xenofobia en países europeos


El crecimiento electoral de partidos y figuras de extrema derecha inquieta a las sociedad europeas al afectar principios y valores de la organización social que fueron una de sus mayores conquistas desde la última posguerra. La crisis económica, el aumento del desempleo, la aplicación de drásticas medidas de ajuste y recortes en la seguridad social son fuentes de este malestar cultural que impacta sobre los comportamientos políticos.

Quienes sacan mayor rédito de la crisis son figuras demagógicas y mensajes reactivos, con respuestas simplistas o falaces. Estas prédicas apuntan a las minorías musulmanas y los inmigrantes como responsables de la inseguridad. Se presentan como defensores de valores y conquistas que ven peligrar y no dudan en reclamar la expulsión de residentes extranjeros y leyes restrictivas contra la inmigración. La propia canciller alemana Angela Merkel se hizo eco de este discurso al señalar que el modelo multicultural ha fracasado.

Esto pone en serio entredicho pilares de la Unión Europea, como la igualdad de los ciudadanos ante la ley, la libertad religiosa y la universalidad de los derechos humanos. Existe una crisis social que atraviesa a los países europeos de distinta manera pero con un mismo hilo conductor. Los partidos de extrema derecha que han ingresado al Parlamento en países como Holanda, Suecia, Bélgica y Austria, en algunos casos definiendo la mayoría y el sostén de los gobiernos, expresan un serio llamado de atención y una señal de alarma.

El crecimiento de una nueva ultraderecha xenófoba, protagonizada por figuras demagógicas y mensajes reactivos, pone en entredicho pilares de las sociedades europeas.



Fuente: Clarin.com / Columna editorial del 25 de octubre de 2010
Fotografia: LaVozDelMigrante.com


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