viernes, 18 de marzo de 2011

Cuando la verdad es descortés. Por Andrés Sánchez Braun

Los políticos japoneses se aferran al uso social del 'tatemae' para ocultar información a sus ciudadanos
El Gobierno japonés ha insistido estos días en que tiene todo bajo control, pero las sucesivas explosiones y fugas en las centrales y la posición de distintos organismos y gobiernos que aseguran que la situación es más grave, hacen que hoy casi todos duden de la transparencia informativa de la administración nipona y de su capacidad para manejar esta crisis. Aunque algunos expertos señalen que pocos gobiernos serían capaces de actuar con total transparencia en una situación semejante, para así no desatar el pánico, los precedentes de la administración nipona hacen pensar en que la gravedad de la situación se podría haber ocultado.

El estadounidense Alex Kerr explica a la perfección en su libro Dogs and Demons: Tales from the Dark Side of Japan cómo la actitud de los nipones ante la información difiere de la de los occidentales. Decir la verdad en muchos contextos resulta descortés, y los propios nipones aprenden y desarrollan desde pequeños su tatemae 1 (pensamientos que se expresan en público y que no deben ofender a los demás) y honne 1 (lo que se piensa de verdad, y que solo se emplea con gente muy cercana). Un ejemplo claro de uso del tatemae es que un "lo pensaremos..." en el ámbito de los negocios nipones significa en realidad "No insista, no nos interesa".

Un caso concreto que el estadounidense desvela en su libro es que en los noventa el gobierno de la prefectura de Fukui no vaciló a la hora de borrar la central nuclear de Mihama, que se alza junto a la playa de Suishohama, de una foto promocional turística. En occidente se habría tildado como un fraude, pero en este caso los funcionarios explicaron que la belleza de la playa se apreciaba mejor sin elementos que distorsionaran su hermosura.

El problema, como dice Kerr, es que en Japón el tatemae se ha empleado gustosamente en el último siglo y medio para proteger a las élites políticas y empresariales y mantener en la inopia al pueblo japonés, que en estos días se está mostrando, como siempre, intachable en cuanto estoicidad y civismo.

Entre los años treinta y sesenta la administración permitió y encubrió los vertidos masivos de metilmercurio de la compañía química Chisso en la bahía de Minamata. Estos acabaron matando a más de 1.500 personas y causaron daños neurológicos irreversibles a más de 500.

En años recientes, la supresión de los crímenes cometidos por el ejército imperial en la Segunda Guerra Mundial de los libros de texto por parte del Partido Liberal Demócrata supone otra muestra del gusto por maquillar los acontecimientos. Las empresas que gestionan centrales nucleares también han seguido este patrón en las últimas décadas; Tepco, Hokuriku Electric o Chugoku Electric Power han facilitado cientos de informes técnicos falsos y han ocultado deliberadamente accidentes y situaciones de emergencia en las plantas.

El que aún existan los llamados clubes de prensa -círculos de periodistas y políticos donde prima el amiguismo y se restringe el acceso a informaciones oficiales a terceros, incluidos medios extranjeros- y de que los tres grandes periódicos publiquen a diario prácticamente las mismas noticias, muchas provenientes de estos clubes, hacen dudar del todo el entramado político e informativo nipón y certifican las conclusiones de Kerr: "Los hechos sobre gran parte de la vida política, social y financiera de Japón se esconden tan bien que la verdad es casi imposible de conocer".




Fuente: ElPais.com
Autor: Andrés Sánchez Braun, analista del diario El País de España.
Referencias: 1. Más sobre "Tatemae and Honne" (en ingles): wikipedia / wordiQ
Fotografía: Jon Berkeley para portada The Economist (detalle) / 19 marzo 2011


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