lunes, 19 de marzo de 2012

¿Qué pasa con el mundo? Por Umberto Eco

Dejemos de lado, por el momento, las interpretaciones alarmistas del calendario maya y todas esas profecías del día del Juicio Final.
Lo que sabemos con seguridad es que, día tras día, los diarios están anunciando un futuro que se ve cada vez más deprimente: océanos desbordantes, estaciones del año que desaparecen (dentro de muy poco, al parecer) e impagos económicos –tanto así que el hijo de mis amigos, de 10 años, después de escuchar a sus padres hablar del destino del mundo, rompió a llorar y preguntó: “¿Es que no hay nada agradable en el futuro?”.

Para consolarlo, podría citar numerosas profecías catastróficas a lo largo de la historia, dado que en siglos pasados era bastante común hacer tales predicciones terribles. He aquí un pasaje del teólogo francés Vincent de Beauvais, en el siglo XIII: “Después de la muerte del Anticristo...el juicio final será precedido por múltiples señales reveladas en el Evangelio.... En el primer día, el océano aumentará 40 cúbitos sobre las montañas y su superficie se elevará como un muro.

En el segundo día, se hundirá tan profundamente que será difícil verlo. En el tercer día, monstruos marinos aparecerán la superficie del océano y su rugidos se elevarán hasta el firmamento. En el cuarto día, el mar y todas las aguas se incendiarán. En el quinto día, el pasto y los árboles exudarán un rocío de sangre. En el sexto día, los edificios se desplomarán. En el séptimo día, las rocas se estrellarán unas contra otras. En el octavo día, habrá un terremoto universal. En el noveno día, la Tierra se aplanará. En el décimo día, los hombres emergerán de las cuevas y vagarán, sordos y mudos. En el undécimo día, los huesos de los muertos emergerán nuevamente. En el duodécimo día, las estrellas caerán. En el décimotercer día, los sobrevivientes morirán y resucitarán con los muertos. En décimocuarto día, los cielos y la tierra arderán. En el décimoquinto día, habrá un nuevo Cielo y una nueva Tierra, y todos resucitarán”.

Como puede verse, incluso en fecha tan remota como el siglo XIII, la gente ya estaba pronosticando tsunamis y otros efectos del cambio climático que nos amenaza hoy en día.

Si se me permite pasar por alto los siguientes seis siglos de proclamaciones fatales, he aquí a Honorato de Balzac en 1839: “La industria moderna, trabajando para las masas, continúa destruyendo las creaciones del arte antiguo, las obras del cual eran tan personales para el consumidor como para el artesano. En la actualidad tenemos productos; ya no tenemos obras”.

Según la advertencia de Balzac, la gente creadora de esos “productos” carentes de cualquier valor artístico hubieran incluido al poeta Giacomo Leopardi, quien escribió La Ginestra (La escoba) en 1836, y Alessandro Manzoni, quien, más o menos por esa época, estaba trabajando en una segunda edición de Los novios. En 1839, Chopin estaba componiendo su Sonata para piano No.2 en B-flat Menor, Opera 35. Cerca de 20 años después, Flaubert publicó Madame Bovary. En la década de 1860 hicieron su aparición los Impresionistas, y en 1879 ocurrió la publicación de Los hermanos Karamosov de Fyodor Dostoyevsky. Evidentemente, es parte de nuestra naturaleza sentir un gran temor por el futuro.

Pero quizá, por otra parte, los malos tiempos están llegando ahora –particularmente si, como lo señala la tradición, una de las señales más reveladoras del fin de los días es que el mundo estará de cabeza.

En el pasado, por ejemplo, los pobres viajaban en tren y sólo los ricos podían darse el lujo de volar: ahora, viajar en avión es más barato (y los asientos más baratos hacen pensar en los vagones de ganado durante la guerra), en tanto que los viajes en tren ofrecen tipos de servicio más caros, exclusivos y lujosos que nunca antes.En la misma forma, hubo un tiempo que los acaudalados vacacionaban en la Riviera Adriática, en Riccione – o, en el peor de los casos, en Rimini _mientras que las islas del océano Indico estaban habitadas por poblaciones profundamente pobres o eran destinadas a albergar colonias penales. Hoy, los políticos de alto rango van a Las Malvidas, y Rimini queda reservada para los ''muzhiks’' rusos que sólo recientemente fueron liberados de su servidumbre. ¿Qué es lo que está ocurriendo con el mundo?





Fuente: ElEspectador.com / Copyright Umberto Eco - L’Espresso, 2012.
Autor: Umberto Eco (Italia, 1932-) es un escritor y filósofo italiano, experto en semiótica. En 2000 recibió el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Es caballero de la Legión de Honor francesa. Distinguido con la Medalla de Oro al mérito de la cultura y el arte (Roma, 1997); Caballero Gran Cruz de la Orden del Mérito de la República Italiana (Roma, 1996); Ordine Pour le Mérite für Wissenschaften und Künste. Premio Strega. Premio Médicis. Premio Bancarella. Premio del Estado Austriaco para la Literatura Europea. Ha sido nominado en diversas ocasiones para el Premio Nobel. Autor de las novelas "El nombre de la rosa" (1980), "El péndulo de Foucault" (1988), "Baudolino" (2000), "La misteriosa llama de la Reina Loana" (2004), y "El cementerio de Praga" (2010).






5 comentarios:

  1. si deseas saber que puede ocurrir a partir de la abdicacion de benedicto 16 y que dice la biblia sobre eso me gustaria decirte que estan a punto de desencadenarse los eventos con una inusitada rapidez y que me encantaria poder compartir mi estudio de apocalipsis 17 pero debido a lo extenso de dicho estudio me es imposible hacerlo por este medio pero con gusto si me envias un mail te lo enviare para que puedas estudiarlo a la luz de la biblia,mi nombre es daniel gudjemian soy miembro de la iglesia de florida y mi mail es: danysss@hotmail.com

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  2. fanaticos todos estos adventistas, que se sienten salvados por Dios, se sienten los elegidos,pobrecitos idiotas

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    1. No nos sentimos salvados pero si creemos entender lo que pasa, salvados quien sabe...

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    2. Me parece que no conoces nada de Dios solo ignorancia, nadie se considera salvo, conocer no es ser salvo ,o vos lo sos?ignorancia sola...

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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